Viajes de aventura

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Plantearnos realizar un viaje en verano puede ser toda una aventura, especialmente si no tenemos decidido cuál va a ser nuestro destino o no sabemos con certeza cuáles van a ser nuestros medios de transporte o alojamientos.
Pese a este tipo de condiciones y circunstancias, plantearnos realizar un viaje por nuestra cuenta, a la aventura, es una de las opciones que más se pueden elegir por parte de aquellos que pretenden huir de las excursiones organizadas y de conocer, de antemano, todo aquello que les puede pasar.
En el fondo, ¿A quién no le gusta un poco el riesgo y la aventura? Esa es la gran pregunta a la que mucha gente no ha respondido, y aunque en su foro interno la seguridad haga tener cierto grado de animadversión por el espírito aventurero, todo el mundo lleva en su interior a un Indiana Jones
Los diferentes modelos para viajar
Obviamente no es lo mismo hacer un curso de inglés en Londres con todo precocinado que viajar con un guía indio en viajes baratos a Brasil por la selva del Amazonas.
Este tipo de acción no está al alcance de cualquiera ni prevista para todo el mundo. Se necesita un poco de espíritu aventurero, de amor por lo desconocido y de saber que realmente, la experiencia comienza cuando uno se adentra a disfrutar del placer de no tener nada preconcebido e ir tomando decisiones sobre el viaje a medida que este avanza con seo en leon.
Un paseo por las pirámides de Egipto con un guía árabe ciertamente no presenta el mismo grado de aventura que perdernos por una playa de Malta, pero tampoco es comprable a descender cañones en la selva de Laos a nuestro aire. Todo tiene su punto y contrapunto, y el viajero ha de saber medirlos. El riesgo, en los viajes como en cualquier otro ámbito ene l que nos encontremos, ha de saber medirse y dosificarse para obtener el mayor rendimiento posible.
Consejos mínimos de supervivencia
Pese a todo hay unas reglas que cumplir, especialmente si nos dirigimos a destinos no demasiado clásicos: hemos de tener un cierto grado de localización y hemos de tener una persona a la cual, más o menos, informemos con una cierta periodicidad de nuestra presencia en lugares concretos.
Con ello nos ahorraremos problemas como el que no puedan enviarnos ayuda si nos encontramos en peligro o el que en caso de problemas o enfermedad tengamos a alguien al que recurrir.
Viajar a nuestro aire puede ser un placer, pero mantener un aislamiento total hacia el mundo exterior es algo que no todos pueden permitirse.